Las organizaciones están en
capacidad de determinar lineamientos relacionados al comportamiento ético de
los miembros de su estructura informal, a los derechos o también a la
privacidad de ellos. En las unidades organizacionales de administración de recursos
humanos existe, en general, un número considerable de individuos que poseen
información de carácter confidencial ("Top Secret"). Como por
ejemplo: antecedentes personales, patrimonio, deudas, enfermedades, son
informaciones respecto de las cuales se especificarán o no políticas
relacionadas al uso y a la privacidad de dichos datos.
Algunas organizaciones
especificarán la confidencialidad, otras no le dan importancia. Desde esta
óptica, la delimitación configura un discurso, ya que las inclusiones y las omisiones
que se hacen en este proceso del especificar marcan el lugar del especificador.
En el movimiento de las organizaciones que aprender ("Learning
Organizations"), existen algunas que especifican los procesos de
detección, selección, adición, almacenamiento y difusión del conocimiento que
generan a través de su práctica. Otras de acuerdo con Nonaka y Takeuchi;
permanecen en el estadio de conocimiento tácito, aquel que, por ser producto de
la experiencia, permanece solamente en la mente de quienes lo han
experimentado.
Las infinitas interacciones
recurrentes generan valores y conductas muy estables en la organización. Toda
organización se nutre de repeticiones y recurrencias. Los mismos "Buenos
días" y "Hasta mañana", los mismos gestos frente a las mismas
palabras, las mismas disputas por los mismos temas, los mismos pasillos
transitados cotidianamente, las mismas rutinas de trabajo, los mismos roles,
los mismos incentivos y las mismas sanciones, la misma distribución de
información y los mismos modos de significación, van generando en los
integrantes una serie de conductas que después resultan muy difíciles de
desestabilizar. Pero esto no quita que los humanos sean animales de costumbre,
y que una vez que se internalizan estos valores y conductas, se realicen tan
naturales e incuestionables que no se ve la necesidad de cambiarlos cuando no
son más útiles.
En otras oportunidades
anteriores se ha aludido a algunos valores, tales como: solidaridad, unidad,
diversidad, conciencia social. Su sola mención, puede evocar recuerdos, de
ocasiones que se han vivido, sentido y sufrido su ausencia: falta de
solidaridad, falta de unidad, falta de respecto por la diversidad y falta de
conciencia social. De acuerdo con esta realidad el tratadista R. Frondizi,
afirma lo siguiente: "Mientras que las cosas son lo que son, los valores
se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente valor
negativo. Así, a la belleza se le opone la fealdad; a lo bueno, lo malo; a lo
justo, lo injusto, etc..". En consecuencia no hay que creer que al
disvalor, o valor negativo, implica la mera existencia del valor positivo; el
valor negativo existe por sí mismo –positivamente- y no por ausencia del valor
positivo. La "fealdad" tiene tanta presencia efectiva como la "belleza";
se encuentra a cada rato.
De lo expresado en el
párrafo anterior, se trata de algo más que de la carencia: la falta de
solidaridad es egoísmo, la falta de unidad es debilidad, la falta de respeto
por la diversidad es totalitarismo y la falta de conciencia social es
alineación. Los valores adicionan aproximación y los disvalores, rechazo. Se
elige la equidad y se rechaza la inequidad; se elige la honestidad y se rechaza
la corrupción; se elige la autenticidad y se rechaza la impostura.
Todo lo que hacemos lo hacemos
guiados por valores. Se ha hablado de solidaridad, de unidad y de diversidad,
de conciencia y cambio social, y éstos son valores no sólo pertinentes a las
actividades típicas organizacionales, sino que las trascienden. Normalmente,
nadie escribe manifiestamente a los valores negativos. Tal vez pueda que exista
una excepción a esta generalidad, la cual está constituida por algunos que se
sienten impunes, amparados en un momento histórico que legitime la impunidad.
¡LAMENTABLEMENTE, EN VENEZUELA, SE TIENEN MUCHOS EJEMPLOS RECIENTES DE ESTO!.
El simple enunciado de los
valores no es suficiente: deben sostenerse en la acción. No ejecutarlo
representa un comportamiento hipócrita y resta credibilidad a quienes la
ejercen. Un alto porcentaje de personas han sentido visceralmente esta
dificultad de sostener con hechos lo que dicen con las palabras. Muchos de
ellos reconocen situaciones en las que transitoriamente ello no es posible,
pero importan la persistencia de sus esfuerzos en dirección a los valores que
se eligen mantener, y una comunicación abierta y flexible respecto de las
contradicciones que se deben enfrentar para llevarlos a feliz término.
Por otra parte, si estas
personas ocupan altos cargos jerárquicos importantes en la organización, se
puede ver afectada también la credibilidad de esta última ante los ojos de
propios y extraños. Reafirmar que los valores y su jerarquía actúan como
estructura de significación de cualquier ambiente organizacional, es reconocer
entonces la necesidad de hacer los valores explícitos.
En función de la
organización y de sus objetivos estratégicos organizacionales existirán algunos
valores que sean más importantes que otros. En una institución financiera, la
seguridad suele ser más importante que la justicia; en una escuela primaria, el
aprendizaje debería ser más importante que la disciplina, a no ser que se
considere que la escuela está para disciplinar antes que para educar, o que la
educación se agota en el hecho de impartir disciplina.
En general, los valores
positivos y los negativos se presentan en las organizaciones como parámetros
binarios, y se elige el valor que se considera positivo. Entre equidad e
inequidad, se elige equidad; entre racionalidad e irracionalidad, se elige
racionalidad; entre coherencia e incoherencia, coherencia. Pero ya se ha
señalado que la identificación de un polo marca la existencia de su opuesto, y
que la actualización de uno de ellos sólo virtualiza al opuesto. Más allá del
"orden" que impulsa la organización, el "desorden" siempre
estará presente, amenazante.
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