Una de las grandes
preocupaciones de los profesionales de la economía en los países del tercer
mundo es que el concepto de competitividad no tiene un sentido muy claro. Ellos
repetitivamente han manifestado que la competencia de los países en el comercio
mundial, no es igual a la competencia que pueda tener un producto y otro (Coca-Cola
y Pepsi), por cuanto las ganancias de una, normalmente son expensas de la otra.
En los procesos de globalización los actores de dicho juego pueden obtener
beneficios compartidos por medio de las dinámicas de las ventajas competitivas,
por medio de la implantación de una visión compartida de
"ganar-ganar".
Las publicaciones de Paul
Krugman, destacado Profesor del M.I.T., especialista en comercio internacional;
mencionado por R. Villamizar (1996), han suscitado debates de gran interés en
el mundo económico del país del Norte. Entre los juicios realizados por
Krugman, figura el siguiente: " el comercio internacional, para la gran
mayoría de los países, aún representa una proporción muy pequeña del producto
nacional bruto...”. Esa afirmación ha traído como consecuencia que los
economistas de los diferentes países que están en el proceso de globalización,
han afirmado: que los niveles de vida de los ciudadanos de cualquier nación están
directamente relacionados con los índices de productividad de sus empresas y no
de su competitividad en el comercio mundial. Estos comentarios e
interpretaciones tanto conceptuales como económicos, referente a las realidades
de los programas micro y macro económicos, siempre han sido y serán muy
controversiales.
Los países en vías de
desarrollo tienen que adaptar los modelos de desarrollo económico que han
implementado los países del eje Asia-Pacífico. El reto de la globalización hizo
que en estos países sus líderes pensaran en como mejorar tres componentes
básicos de cualquier proceso productivo:
Tecnología-Productividad-Competitividad (T-P-C) y por supuesto que estas
mejoras garantizaran su capacidad de exportar productos, bienes y servicio de
alta calidad. Los resultados le han colocado la siguiente etiqueta: "Los
Tigres Asiático". Representado por diez países del Este y Sudeste
asiáticos: Japón, China, Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong, Singapur, Tailandia,
Malasia, Indonesia y filipina. ¿Se debe aprender la gran lección del
Asia-Pacífico?
Sin temor a equivocaciones
los verdaderos líderes empresariales y "algunos líderes políticos" de
los países en vías de desarrollo, tienen muchas interrogantes, que tal vez en
los actuales momentos no tengan ninguna respuestas para ellas. Entre las
principales interrogantes figuran entre otras las siguientes: ¿Dónde se
encuentra esa tecnología? ¿Cómo se puede obtener? ¿Vale la pena dedicarse
únicamente a la productividad del sector productor de bienes y servicios? ¿Cuáles
son los pasos para desarrollar una cultura de productividad? ¿Cuáles serían las
estrategias para transformarse en un país competitivo mundial y sobre todo
mantenerse en los lugares de honor? y la principal pregunta que se hacen los
líderes de ambos sectores -privados y públicos- es la siguiente: ¿Quién debe
ser competitivo, la nación o algunas empresas? Los especialistas en este tema
están convencidos que existen estas y más inquietudes a nivel del liderazgo de
los países tercermundista. Sin embargo un axioma del eje Asia-Pacífico, sobre
este asunto debe ser internalizada por los conductores empresariales y
políticos del tercer mundo. La alternativa que se presentaron dichos países fue
solamente una: O LO HACÍAN, esa era una opción; y la otra: NO LO HACÍAN.
Simplemente la cuestión era decidirse o no decidirse nunca. El proceso de
globalización arrancó en la década de los ochenta, ¡ y va muy rápido!. Muy
contrario a esa realidad un altísimo porcentaje de los países de América
Latina, Europa Oriental, África y Oriente Medio no han arrancado todavía. Es
este aspecto que los países del eje Asia-Pacífico, dieron al mundo una gran
lección. ¡Hay que aprenderla y ponerla en práctica! Ellos sí tuvieron una gran
visión de futuro, por cuanto previeron lo que venía. El proceso de su
transformación fue muy corto, entre 20 y 30 años.
Las naciones que no han
arrancado en este proceso de contexto internacional, todavía pueden tener éxito
si se preparan para ello, basando dicha planificación fundamentalmente en unas
relaciones internacionales globalizadas, claramente definidas. Pero tomando en
cuenta que muchos otros países están en la delantera y que con esta realidad no
se puede perder tiempo. Como consecuencia de esta exigencia mundial los líderes
públicos y privados de los países que como Venezuela, no se han insertado
exitosamente en este contexto internacional, tiene que entender que lo que todo
país debe y tiene que hacer es alinear sus esfuerzos en el sector productivo,
tendente a la consecución del objetivo básico de mejorar el nivel de vida de la
población. Para lograr dicho objetivo, el único camino expedito es la
exportación. No hay otra salida. La única fórmula que ha dado resultados en los
mercados globalizados: Exportar con la fórmula T-P-C-.
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