Los humanos somos seres que
aprendemos y en este aprender vamos conservando o cambiando un mundo que surge
constantemente de las interacciones que efectuamos entre nosotros. Este
construir colectivo es un proceso biológico natural cuando se realiza por medio
de situaciones de con sensualidad, estableciendo dominios de conducta a través
de interacciones recursivas que están determinadas por los cambios
estructurales coherentes que en ellos se producen debidos a su propia
plasticidad estructural.
Aprender en el educar como
proceso biológico natural y normal se constituye cuando niños, jóvenes y
adultos conviven con el otro creando espacios de convivencia donde sus maneras
de vivir se van haciendo cada vez más congruentes. Esto se construye sobre la
base de aceptarse y respetarse a sí mismos, aceptando y respetando a los otros.
Por lo tanto, la educación es convivir con el otro en respeto y dignidad.
(Maturana, Humberto. 1999).
Por el contrario, cuando el
mundo que se construye no es sobre la base de la con sensualidad sino de la
imposición y la violencia, del no respeto por el legítimo otro que se
manifiesta en profundas diferencias sociales, deviene opresión de unos por
otros, guerras y marginalidad que se acompañan de una educación que estimo no
natural y no normal porque reproduce esta forma no social de vida.
Al reproducir la educación
estas formas de relacionarse de los humanos en su no aceptación mutua y
desconocimiento de la dignidad de cada uno, el aprendizaje no transcurre como
un proceso biológico porque no es capaz de construir espacios de convivencias y
los seres humanos se van haciendo cada vez más incongruentes, distantes unos de
otros, competitivos, agresivos, buscando el éxito personal construido sobre la
base de la derrota del otro.
El pensamiento lineal
El aliado principal en la
educación en todos sus niveles -y en particular en las universidades- que
transmiten formas de convivencia no sociales en el sentido que no son
solidarias y de respeto mutuo, es lo que se denomina pensamiento lineal.
Esta forma de pensar implica
sólo una mirada local, cercana al problema que se analiza, creyendo encontrar
las causas y relaciones que originan los problemas desde la inmediatez de su
cercanía, teniendo presente las propiedades de esos procesos que le dan origen
de acuerdo sólo a ciertos cambios necesarios en su entorno inmediato. El
observador que trata de explicar un proceso puede incluso ser capaz de observar
desde distintos dominios cognoscitivos, pero por lo general son todos ellos
locales, porque sólo atiende y comprende esas relaciones locales y no las
configuraciones sistémicas que en realidad le dieron origen.
El pensamiento y la acción
local es incoherente y no se corresponde con las coherencias sistémicas. Es por
ello un pensamiento falso que destruye la convivencia humana porque construye
formas de pensar y empuja a la acción fuera de la lógica sistémica al que el o
los problemas pertenecen.
Esta forma de pensar raya en
el enfoque computacionalista de pensar que niega la conciencia como algo fundamental
para la cognición, y negar la conciencia, es decir el "yo" en el
aprendizaje es negar al mismo tiempo la existencia de puntos de vistas
coherentes, unificados y constantes desde donde pensamos, percibimos y
actuamos. Ello facilita la consagración del pensamiento lineal porque impide
observar los procesos humanos en el marco de sus relaciones lógicas
estructurales. (Varela, Francisco. 1996).
La trampa principal del
pensamiento local radica en su efectividad operacional en la construcción del
hacer, en su dinamismo en el fabricar, en su capacidad del diseño ingenieril.
El pensamiento lineal es atractivo porque sólo pone atención a sus tremendas
capacidades operacionales concretas, resaltando con ello la racionalidad causal
local porque la ve como el único origen de la eficacia y efectividad del
quehacer cotidiano. Pero es un pensamiento tramposo porque pierde de vista el
contexto relacional sistémico donde sólo tiene sentido lo local. Olvida que el
sentido de lo local se adquiere en la medida que se lo entiende integrado a una
totalidad del cual forma parte. No hay que olvidar que lo local es la manera de
existir de determinados atributos de la totalidad.
El pensamiento lineal ha
transformado a la competencia como si fuera un fenómeno biológico natural, como
si fuera el fundamento de la conducta social, haciéndonos olvidar que la
sociedad es la naturaleza del ser humano, donde en convivencia, solidaridad y
cooperación encontró siempre todo lo que lo humanizaba. El paso de la emulación
cooperadora a la competitividad que ignora al otro y su correlato en la forma
de pensar, - el pensamiento lineal-, transformó a la competitividad de fenómeno
cultural a un fenómeno biológico constitutivo de la naturaleza humana.
La competencia es
antisocial: ella ha creado abundancia para algunos y miseria para la mayoría;
ha permitido la producción con apropiación exclusiva de pocos que enriquece a
algunos y empobrece a muchos; es la causa principal del agotamiento del mundo
natural por apropiación competitiva. La apropiación privada es un acto de
exclusión y no de respeto de las necesidades del otro, desconociendo la
legitimidad del otro sobre esa misma propiedad. El pensamiento lineal encubre
todo esto con terciopelos de racionalidad, justificando como si fueran naturales
las grandes concentraciones de riquezas y las guerras que se realizan para
acrecentarlas y defenderlas, y reprimir a aquellos que se levantan en su contra
desde el dolor y la desesperación de su marginalización y atropellos a su
identidad y dignidad.
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